jueves, 15 de octubre de 2009

LA PIPA DEL TERNERO DE BUFALO BLANCO.- LEYENDA SIOUX


Los Lakota tienen una profecía sobre el ternero de búfalo blanco. Tienen un bulto sagrado, una Pipa Sagrada de la paz, que les fue traída hace aproximadamente 2,000 años por la que ellos conocen como Mujer Ternero de Búfalo Blanco.


La historia cuenta que ella se apareció frente a dos guerreros que habían estado cazando búfalo y alimento en las Colinas Negras sagradas de Dakota del Sur. De repente vieron un cuerpo grande que venía hacia ellos y notaron que era un ternero de búfalo blanco. Pero conforme se acercaba más a ellos, el ternero se convirtió en una hermosa joven India. Mientras caminaba lentamente hacia ellos, ella cantaba en voz alta y repetía: "Contémplenme, contémplenme, pues camino en una manera sagrada."


En ese momento, uno de los guerreros tuvo malos pensamientos en su mente, así que la joven le pidió que se acercara. Al acercarse, una nube negra cubrió el cuerpo del guerrero. Cuando la nube negra hubo desaparecido, el guerrero había quedado sin carne ni gota de sangre sobre sus huesos. El otro guerrero se arrodilló y comenzó a rezar. Mientras rezaba, el ternero de búfalo blanco -que ahora era una joven India- le indicó que regresara con su gente y les advirtiera que cuatro días más tarde ella les traería un bulto sagrado.


Así que el guerrero hizo lo indicado. Regresó con su gente y reunió a todos los mayores y a los líderes y a toda la gente en un círculo, y les comunicó las instrucciones que ella había indicado. Y efectivamente, tal como ella había dicho, al cuarto día regresó. Dicen que una nube bajó del cielo y que de la nube surgió el ternero de búfalo blanco. Éste rodó sobre la tierra, se puso de pie y se convirtió en una mujer joven y hermosa que llevaba un bulto sagrado en la mano.


Entró en el círculo de la gente y, cantando una canción sagrada, entregó el bulto sagrado a la gente que lo cuidaría. Ella presentó su bulto y dijo:


"Este es un regalo sagrado y siempre debe ser tratado de una manera sagrada. En este bulto hay una Pipa Sagrada que ningún hombre impuro o mujer impura deberá ver jamás. Con esta Pipa Sagrada enviarán sus voces a Wakan Tanka, el Gran Espíritu, Creador de todo, su Padre y Abuelo. Con esta Pipa Sagrada caminarán sobre la Tierra, que es su Abuela y Madre. Todos sus pasos deberán ser sagrados".


El tazón de la Pipa es de piedra roja y representa a la Tierra. Labrado en la piedra hay un ternero de búfalo encarando al centro y simboliza a las criaturas de cuatro patas que viven como hermanos entre ustedes. El tallo es de madera y representa a todas las cosas que crecen. Doce plumas de Aguila Moteada cuelgan desde donde el tallo se une al tazón. Las plumas representan a todos los hermanos alados que viven entre ustedes.


"Todas estas cosas están unidas a ustedes que fumarán la Pipa y enviarán sus voces a Wakan Tanka. Cuando usen esta Pipa para rezar, rezarán por y con cada cosa. La Pipa Sagrada los une a todos sus parientes: a su Abuelo y Padre, a su Abuela y Madre".


La piedra roja representa a la Madre Tierra sobre la cual ustedes vivirán. La Tierra es roja, y las criaturas de dos piernas que viven sobre ella también son rojas. Wakan Tanka les ha dado un camino rojo -un camino bueno y recto para viajar- y ustedes deberán recordar que toda la gente sobre esta tierra es sagrada.


"A partir de este día, la Pipa Sagrada permanecerá sobre la tierra roja y ustedes enviarán sus voces a Wakan Tanka."


Se quedó cuatro días entre su gente enseñándole acerca del bulto sagrado y su significado. También les dijo: "Hay siete círculos sobre la piedra: representan los siete ritos en los que ustedes usarán la Pipa", y les enseñó siete Ceremonias Sagradas. La primera fue Inipi o Ceremonia de Purificación. Otra fue la Ceremonia de Nombramiento del niño. La tercera fue la Ceremonia de Curación. La cuarta fue Hunkapi, la Ceremonia de Elección de Parientes o de Adopción. La quinta fue Ishnata Awicalowan, la Ceremonia de Casamiento. La sexta fue Hanblecheyapi o Búsqueda de Visión. Y la séptima ceremonia fue Wiwanyag Wachipi o la Danza de Sol, que es la ceremonia de la gente para toda la nación.


Ella les trajo las siete Ceremonias Sagradas y enseñó a nuestra gente las canciones y las maneras tradicionales. Indicó al pueblo lakota que mientras hagan estas ceremonias, siempre seguiran siendo los Guardianes y Tutores de la Tierra Sagrada. Les dijo que mientras cuiden y respeten a la Tierra, su gente vivirá para siempre.


Cuando terminó sus enseñanzas se fue por donde había venido. Salió del círculo y conforme se disponía a partir, ella dijo: "Recuerden cuán sagrada es la Pipa y trátenla de una manera sagrada, pues estará siempre con ustedes. Recuerden también que en mí hay cuatro Edades. Yo los dejaré ahora, pero velaré por ustedes en cada Edad y al final regresaré. El Creador arriba, el Gran Espíritu, está feliz con ustedes sus nietos. Han escuchado bien a mis enseñanzas. Ahora debo regresar al mundo de los espíritus."


También dijo a su pueblo que algún día regresaría por el bulto sagrado. Hasta la fecha lo guardan. Se conoce como la Pipa del Ternero de Búfalo Blanco, porque fue traída por la Mujer Ternero de Búfalo Blanco. Está guardada en un lugar sagrado en la reservación India Cheyenne en Dakota del Sur. La cuida un hombre conocido como el Guardián de la Pipa de Ternero de Búfalo Blanco, y su nombre es Arvol Caballo que Mira.


Cuando prometió regresar, hizo algunas profecías. Una de esas profecías fue que el nacimiento de un ternero de búfalo blanco sería una señal de que se acercaba el momento en que ella regresaría nuevamente para purificar al mundo, trayendo nuevamente armonía y equilibrio espiritual.

domingo, 11 de octubre de 2009

EL GENIO BUENO DEL LAGO.- LEYENDA DE LOS INDIOS KUTENAI

La cosa comenzó en el invierno: en esa época en que el sol, extenuado, corta las agujas de los abetos para hacerse un blando lecho y acostarse más temprano.
Una joven india llegó hasta la orilla del lago para sacar agua. Hacía frío y tuvo que romper el hielo.
El duro trabajo le dio sed. Se inclinó sobre el agujero para apagar la sed, pero una mano la agarró por el cuello y la arrastró hacia las profundidades.
La india pensó:
-Voy a morir.
Y cerró los ojos.
Pero se dio cuenta de que respiraba normalmente. Abrió los párpados y vio que estaba en un hermoso tipi. Había un hombre a su lado. Ese valiente la esposó sin ceremonia.
De esta manera vivió bajo el agua. En verano dio luz a un hijo. Su padre quiso ponerle un nombre conveniente tanto para la tierra como para el agua. Entonces le llamó Tierra y Agua.
El padre de Tierra y Agua se llamaba Piedra Blanca. Era tan bueno que se veía latir su corazón a través de las costillas. Tenía un hermano cuyo nombre era Piedra Gris. Piedra Gris se encolerizaba terriblemente y el corazón le resonaba como si en el pecho se entrechocaran piedras.
Piedra Gris soportaba mal los gritos del recién nacido, así que enviaron al bebé a casa de su abuela. Caminó largo tiempo. Una vez ante el tipi de la vieja no se atrevió a entrar. Era tan joven que aún no había visto muchos seres humanos. Su abuela le asustó y volvió sobre sus pasos.
Ya en su casa, su madre se asombró:
-Mi abuela dormía -explicó-. Es muy vieja y tuve miedo.
Se decidió que volviera al día siguiente.
Cuando la vieja se despertó vio la huellas de los pasos delante del tipi y exclamó:
-¡Oh! Ha venido mi nieto y yo estaba durmiendo. Ni siquiera sé si es un niño o una niña.
Al día siguiente hizo un arco y un cesto y los colocó delante del tipi. Después se acostó e hizo como que dormía.
Tierra y Agua llegó y prefirió jugar con el arco.
La vieja abrió un ojo y observó:
-¡Así que es un niño! Y bien guapo, por cierto.
Entonces extendió una bonita piel de nutria junto a su propio lecho y tarareó una canción mágica:
«Descansa tu cabeza sobre esta piel.
El día dispersa el polen de las flores
y lo arroja en tus ojos.
Mañana el joven ciervo brincará en el bosque.
Ven a respirar el olor de tu abuela.
Mis manos remeterán tu manta... »
El niño entró, apoyo la cabeza sobre la piel de nutria y se durmió.
A partir de entonces se quedó junto a sus vieja abuela.
Tierra y Agua crecía. Pronto las flechas pequeñas dejaron de servirle, pedía continuamente a su abuela otras más fuertes.
La vieja terminó diciéndole:
-Ahora que ya eres un joven valiente necesitarás buenas flechas.
-¿Con qué madera se fabrican, abuela?
-Con la del Arbol que Da Bayas en Junio. Crece en una montaña: allí vive también el oso gris. Cuando un indio se aventura en ese lugar el oso le mata.
Ese <> es muy perezoso pero las marmotas le montan la guardia.
Tierra y Agua no pudo contenerse. Salió del lago y tomó el camino de la cueva del oso. Cuando vio a las marmotas tarareó la canción mágica de su abuela. Las marmotas se durmieron.
Entonces, Tierra y Agua cortó ramas del árbol y lanzó brazadas enteras al lago.
-Ahora ya no tendremos que subir hasta aquí para hacer flechas con esta madera.
Se quedó con algunas ramas para él y descendió de la montaña.
El oso hacía el recorrido de su territorio. Al regresar vio su árbol saqueado y preguntó a las marmotas:
-¿Quién ha venido a robarme la madera?
-¡No sabemos nada! -contestaron-. Ha caído nieve y sus cristales nos han cerrado los ojos.
-Esperad. Voy a ajustarle las cuentas al ladronzuelo y luego me ocuparé de vosotras.
Furioso, el oso entró en su caverna, se puso el pesado manto de piel gris, se colocó los guantes de garra largas y partió sobre las huellas de Tierra y Agua.
Sabiéndose perseguido, el joven valiente corrió a refugiarse en la tienda de su madre. Pensó:
-Por muy malo que sea ese oso, seguro que mi tío Piedra Gris lo es más que él.
Para obligar a Piedra Gris a luchar con el oso le dijo:
-Tío mío, el oso dice que no eres más que un parlanchín. Quiere que todo el mundo lo sepa...
Las piedras entrechocaron en el corazón de Piedra Gris.
Pero como seguía sin reaccionar, Tierra y Agua añadió:
-También dice que te escupirá a la cara y te cubrirá de inmundicias.
Piedra Gris empezó a hervir como un volcán. Gritó:
-¡Es demasiado! ¿Dónde está ese mal educado para que le enseñe buenas maneras?
Tierra y Agua lo llevó ante el oso.
-¡Ah, aquí estás! -rugió el tío-. Voy a acabar contigo.
El cola corta se apoyo en su gran trasero y replicó:
-Este Tierra y Agua es un mala lengua. Me lo voy a comer.
Y se abalanzó en dirección al joven valiente que estaba junto al árbol. Pero, cuando quiere morder, el oso gris siempre cierra los ojos. Tierra y Agua se apartó y el plantígrado mordió la corteza del árbol.
-Tierra y Agua es demasiado coriáceo -declaró-. Será mejor que me coma a Piedra Gris.
Ante esas palabras, Piedra Gris hinchó el pecho y todo el cuerpo le estalló en un sinfín de trozos de sílex cortantes. Hirieron al oso en el vientre y murió.
Piedra Gris recogió sus trozos esparcidos y se recompuso.
Dijo a Tierra y Agua:
-Ahora tengo que lavarme. Ves, ha ensuciado mi preciosos traje de guerra.
El joven valiente quitó al oso su manto gris y fue a ofrecerlo a su abuela. Pero se quedó con los guantes adornados con garra.
Con la madera del Arbol que Da Bayas en Junio, Tierra y Agua se hizo un arco de hombre. Después preguntó a la vieja:
-¿Sabes si en este país viven otros seres humanos?
-Sí. Hacia el norte hay un poblado. Pero no debes ir porque el jefe es un mal hombre.
Tierra y Agua se puso en camino. Llegó por la noche.
En la primera tienda de la aldea encontró una mujer muy delgada. El joven valiente le dijo:
-He caminado mucho, ¡tengo hambre y sed!
-No puedo ofrecerte nada -dijo la mujer-. El jefe guarda la comida y el agua en su tipi y se niega a darnos.
Tierra y Agua fue a ver al egoísta y le dijo:
-Me han dicho que tu despensa está bien surtida y he venido a cenar contigo.
El jefe replicó:
-¡Eres un osado, extranjero! Aquí, el que quiere comer y beber tiene primero que luchar conmigo.
-¡Luchemos entonces! -decidió el joven valiente.
Se puso los guantes con garras que le arrebatara al oso y comenzó el combate... La fuerza del jefe provenía de la tinieblas. Tierra y Agua blandió un rayo de luna que iluminó todo el calvero. Entonces el jefe tomó una maza enorme y asestó vigorosos golpes sobre la cabeza del joven valiente. Este le contempla riéndose. Al verlo, el jefe arrancó un gran roble exclamando:
-¡Te voy a aplastar con este garrote!
Tierra y Agua arañó el árbol con su guante haciendo polvo la madera.
La lucha duró un año entero. Y cuanto más se prolongaba el combate más se centuplicaban las fuerzas maléficas del jefe.
Una mañana el jefe aspiró dos grandes nubes negras y las lanzó a la cara de Tierra y Agua. Este voló por los aires como una hoja seca y cayó muerto en el lago. Piedra Blanca, el padre de Tierra y Agua tomó la forma de un pez relámpago y partió hacia allí. El joven flotaba entre dos aguas. El pez relámpago le mordisqueó los pies,
Tierra y Agua se despertó y preguntó:
-¡Por qué me comisqueas! ¿Acaso quieres devorarme?
-¡No! Sólo quería resucitarte para que puedas regresar a la tierra y mates al malvado jefe con tu flecha mágica. Intenta acertarle en el dedo meñique de su mano izquierda.
El valiente dio las gracias al pez relámpago y saltó fuera del agua.
El jefe descansaba, sentado sobre un tronco podrido.
Tierra y Agua, cubierto de sangre, se alzó ante él y le disparó una flecha que le alcanzó en el sitio señalado por su padre pez. El perverso hombre murió inmediatamente.
Toda su vida se escondía bajo la uña de ese dedo.
¡Y eso, Piedra Blanca lo sabía!
La gente del poblado se acercó a dar las gracias a Tierra y Agua quien les dijo:
-Ya os habéis deshecho de un malvado. Ofreced vuestros corazones a la tierra y al agua y nunca más volveréis a tener hambre y sed.
Tierra y Agua se convirtió en un genio bueno.
Regresó con su familia y vivió con muchos honores.

miércoles, 7 de octubre de 2009

CHICA BISONTE Y SU AMIGO EL CUERVO.- LEYENDA DE LOS INDIOS CROW

En aquellos remotos tiempos la estación fría llegaba antes que ahora. Aunque la hierba estuviera todavía verde los batidores indicaron que los bisontes huían hacia el Sur. La tribu se apresuró a levantar el campo para seguir a la manada y no morir de hambre.
Una mujer confeccionó unas angarillas*. Unió al collar de un perro el conjunto de varas y colocó encima a su bebé. El perro vio un conejo y corrió de repente hacia él. Por más que la mujer lo llamó ; el perro no la oyó. Corrió por toda la llanura persiguiendo al conejo y desapareció tras las colinas. No regresó hasta la noche, pero el trineo estaba vacío.
Los rastreadores buscaron inútilmente al niño y la tribu tuvo que ponerse en marcha sin él.
Más allá de los montes un enorme bisonte pacía en compañía de sus hembras. Oyó los lamentos del bebé. Las hembras lo recogieron y comprobaron que se trataba de una niña. Le dieron el nombre de Ta- Tan-Ka-Win-Ja, o sea: Chica Bisonte.
La niña creció entre los rumiantes. Cuando llegó a ser una muchacha, una hembra le preguntó quién era.
-Soy un bisonte -contestó.
-No -dijo la hembra-. No estás hecha como nosotros. ¿Tienes cuernos en la cabeza y pezuñas en los pies? Y, además, nosotros comemos hierba y tú te alimentas de bayas.
Chica Bisonte dio vueltas a esta revelación y dijo a la hembra:
-Si no soy un bisonte seré alguna otra cosa. En ese caso, ¿por qué no ir a reunirme con los míos?
El gran macho le explicó:
-Sin duda eres hija de hombre. Esa gente acampa detrás de las colinas. Ve a su encuentro e intenta hacer tu vida entre ellos. Pero si alguna vez necesitas ayuda, llámanos. Te consideramos como uno de los nuestros y nunca te abandonaremos.
La muchacha dejó a los que hasta entonces habían constituido toda su familia. Antes de llegar donde estaban los hombres vio a dos niños. Quiso hablarles pero huyeron gritando:
-¿Quien eres que andas desnuda? Estás demasiado sucia para ser una de nosotros. ¡Déjanos, nos das miedo!
Chica Bisonte no se atrevió a presentarse en la aldea y se puso a deambular tristemente. Una vieja la encontró.
-Ven conmigo -le dijo-. Tengo algunas ropas viejas. Te las daré, pero a cambio irás a buscarme la leña .¿Quieres que sea tu abuela?
Chica Bisonte aceptó, pues pensó que aquella vieja debía necesitar una nieta.
La abuela vivía separada de la tribu en un tipi agujereado. Chica Bisonte compartía su miserable vida sin entrar en contacto con los habitantes de la aldea.
En esa tribu el jefe tenía un hijo llamado Roca del Medio. Hasta entonces el joven se había negado a casarse. Un día salió de caza y encontró a Chica Bisonte. Le preguntó:
-Nunca te he visto por aquí. ¿Quien eres?
-Me criaron unos amigos en la llanura. Ahora vivo con una vieja abuela apartada de la aldea -contestó Chica Bisonte.
-¿Es que ya no tienes ni padre ni madre?
-No los he conocido -dijo tristemente la muchacha.
Esa misma noche Roca del Medio anunció a sus padres:
-Acabo de conocer a una chica muy guapa. Con ella me quiero casar.
Al día siguiente reunió suntuosos regalos y fue a ofrecérselos a Chica Bisonte.
-¿Puedo confiar en que aceptes estos regalos?
La joven contempló las preciosas pieles de bisonte, la carne ahumada y el gran saco de carne seca. A continuación echó una rama al fuego y se sentó junto al muchacho.
-Esto me parece una petición de matrimonio y una aceptación -indicó la vieja.
Roca del Medio se quedó en el tipi todo el día. Por la noche, cuando se marchó, la abuela dijo a su nieta:
-¿Cómo vamos a poder hacer a nuestra vez regalos a los padres de ese joven? Somos pobres y no tenemos nada.
Chica bisonte contestó:
-Voy a buscar una boñiga de bisonte en la llanura, ¡con eso bastará!
Fue durante la noche y, mientras su abuela dormía, murmuró dirigiéndose a la boñiga:
-Ayudadme, amigos bisontes. Mañana tenemos que ir a visitar a la familia de mi futuro esposo.
Haced que no me presente delante de ellos con las manos vacías y tan pobremente vestida.
Entonces la boñiga se convirtió en hermosos vestidos, en cinturones bordados, en mocasines adornados con púas de puerco espín y en regalos de todas clases.
Al alba, la joven dijo a su abuela:
-Mira lo que nos han traído unos buenos amigos mientras dormíamos. Vamos a cambiar nuestros harapos por estos magníficos vestidos, pues deseo honrar a mis suegros.
Así engalanadas y con los brazos cargados de regalos, las dos mujeres se presentaron en la tienda del jefe.
Todos los miembros de la familia de Roca del Medio recibieron un regalo. El padre del joven afirmó:
-Me siento feliz de conocer a mi futura nuera y a su abuela. Nosotros iremos a nuestra vez a visitar las mañana.
Por la noche, la joven fue a buscar otra boñiga de bisonte. De regreso a su tipi le dijo:
-Tenemos que recibir al jefe y a su familia. Pero no tenemos otra cosa que esta vieja tienda guajereada. Amigos bisontes, ayudadme.
Al alba, Chica Bisonte dijo a su abuela:
-Mira afuera para comprobar si ya está listo nuestro nuevo tipi.
La vieja salió y vio una enorme tienda hecha con pieles de bisonte recientemente curtidas. La abuela no se sorprendió. Empezaba a sospechar que su nieta poseía un poder misterioso.
Cuando los parientes del Roca del Medio llegaron se quedaron asombrados ante la espléndida morada de las dos mujeres. Roca del Medio preguntó a Chica Bisonte:
-Te creía pobre, ¿de dónde provienes esta reciente riqueza?
-Tengo buenos amigos que me ayudan -dijo evasivamente la muchacha.
Roca del Medio se contentó con esta respuesta y se casó ese mismo día con Chica Bisonte.
Las mujeres de la aldea envidiaban a la nueva pareja. Una de ellas pasaba los días dando vueltas alrededor del hermoso tipi insultando a Chica Bisonte. Su marido intentó echarla lanzándole piedras, pero ella continuó molestando los días siguientes.

El jefe dijo a su hijo:
-Sin duda esa mujer está enamorada de ti. ¿Por qué no la haces tu segunda mujer?
-No -replicó el joven-. Es tan celosa que temo que atenté contra la vida de Chica Bisonte.
Esta intervino:
-Has de saber que en mi juventud no viví nunca en un tipi. Por eso no sé ocuparme de las tareas domésticas una segunda mujer podría enseñarme a prepararte mejores comidas.
Chica Bisonte fue a ver a la mujer y le dijo:
-Puedes venir a vivir con nosotros, no me sentiré celosa. Pero no siembres la discordia entre Roca del Medio y yo porque te arrepentirías.
Así el hijo del jefe tomó esta otra esposa y la vida continuó como antes.
Al comienzo de la Estación Cambiante, los bisontes no aparecieron. Los cazadores no volvieron a salir de sus tiendas y el hambre se instaló en el campamento. Chica Bisonte dijo a su marido:
-Confía en mí, estoy en condiciones de solucionar nuestros problemas. Caza un cuervo para que yo pueda domesticarlo.
Cuando Roca del Medio llevó el pájaro, Chica Bisonte se encerró con el ave y le dijo:
-Sé mi mensajero. Vuela hasta mis amigos los bisontes que pastan en el sur. Diles que tenemos hambre y que les pido que vengan aquí.
Encargado de la misión, el cuervo partió sin perder un instante.
Regresó unos días más tarde. Los rastreadores señalaron entonces que una manada de bisontes avanzaba hacia la aldea.
Chica Bisonte dijo a los cazadores de la tribu:
-No matéis a ninguno de esos animales. Construid un gran cercado se terminó antes de la noche. Chica Bisonte se situó en una colina y cantó un verso que nadie conocía. A la mañana siguiente los bisontes entraron en el cercado y la joven dijo a los valientes que ya podían cerrar la barrera tras ellos.
Chica Bisonte volvió a dirigirse a los cazadores:
-Sobre todo no los matéis. Decidme únicamente el número de animales que necesitáis para vivir durante dos estaciones.
Pero la segunda mujer de Roca del Medio dijo:
-No hagáis caso a esta loca. Vamos a aprovecharnos para hacer grandes reservas.
-¡Si tomamos demasiado la carne se pudrirá! -replicó Chica Bisonte-. No desperdiciemos.
Los cazadores preguntaron a Roca del Medio para conocer su opinión.
-Mi segunda mujer ha sembrado la duda en mi espíritu -declaró-. No sé qué resolución tomar.
-Te aconsejé que no sembraras la discordia entre mi marido y yo - dijo Chica Bisonte a la segunda mujer-. No me has hecho caso y vas a sufrir las consecuencias.
Hizo un gesto imperceptible hacia el pájaro. Este se elevó en el aire y cayó en picado sobre la malvada esposa. El cuervo le perforó la frente con el acerado pico y le devoró todo el cerebro.
La segunda mujer de Roca del Medio no murió sino que quedó retrasada mental.
Entonces el hijo del jefe decidió que con diez bisontes bastaría para pasar el invierno. Tras esas palabras, diez de los bisontes del cercado se tumbaron sobre un costado y pasaron a mejor vida.
Chica Bisonte dijo a los cazadores:
-Liberad a los otros, son mis amigos. Estos bisontes han venido libremente hasta vosotros, devolvedles su libertad.
Cuando los animales sobrantes volvieron a partir hacia las tierras del sur, el cuervo se colocó en el hombro de Chica Bisonte y anunció a los hombres de la aldea:
-Aceptasteis no tomar más de lo necesario, ahora los bisontes confiarán en vosotros. Regresaré todos los años con una manada igual y no volveréis a tener hambre.
-Creed a este cuervo -añadió Chica Bisonte-.
No os decepcionará. A partir de ahora es el protector de esta aldea.
Después de este acontecimiento, la tribu adopto el nombre de ese ave. Sus componentes se convirtieron en los cuervos y los hombres no tuvieron más que una sola mujer a la vez. Además, no volvieron a adornar su tocado más que con las plumas de ese pájaro.

* Los indios no conocían la rueda.Para el transporte colocaban un conjunto de varas sobre el cuello de los perrros, y sobre el de los caballos después de la llegada de los blancos. El otro extremo del armazón se arrastraba por el suelo.

viernes, 2 de octubre de 2009

EL VIAJE AL FIN DEL MUNDO.- LEYENDA DE LA TRIBU DE LOS ONONDAGA

En el tiempo en que la tierra era joven, en el lugar en el que se levanta el sol, vivía un hombre joven dotado de sorprendentes poderes. Era Hombre que Va. Reunió a la gente de un poblado y les dijo:

-Marcho hacia el Oeste por el sendero de la guerra. Unicamente pueden acompañarme los guerreros jóvenes, pues las batallas serán duras. Juntos conseguiremos la gloria que recaerá sobre nuestra tribu. Los que quieran seguirme tienen que hacerse a la idea de abandonar a sus padres e incluso de perder su propia vida a lo largo del viaje. El camino será largo y ningún obstáculo, ningún peligro, me apartará de mi meta.

Tras elegir a los jóvenes más valientes, Hombre que Va partió en dirección al Oeste.
Los onondaga marcharon durante toda una luna y llegaron a una gran llanura sembrada de huesos humanos.

-¡Atención ! Aquí se oculta un peligroso enemigo -anunció Hombre que Va-. Borremos nuestras huellas tras nosotros y avancemos con prudencia.
Viendo tantos esqueletos los valientes dudaban. Un pájaro descendió en picado hacia la tropa y fue a posarse delante de Hombre que Va. Este le preguntó:

-Explícame, tú que vives en estos parajes, ¿de dónde proceden estos huesos?

-Huid mientras estéis a tiempo - respondió el pájaro-. Este es el territorio de un hombre terrible que se llama Owisondeyon (Talón Largo). Nadie ha podido nunca hollar sus tierras sin morir. Vuestras flechas se partirán contra su traje de piedra. Además, lleva un dardo en el talón con el que traspasa a sus víctimas...

Hombre que Va se volvió hacia sus jóvenes valientes:
-Por fin encontramos un enemigo de nuestra talla. Lo liquidaremos en un abrir y cerrar de ojos.
En ese momento Talón Largo apareció entre dos árboles. Era horrible. Tenía todo el cuerpo cubierto de escamas de sílex.

-¡Separados y rodeadle! -gritó el jefe-. Lanzad vuestros lazos de cuero crudo y atad a ese truhán a los árboles.
Cuando Talón Largo estuvo inmovilizado, Hombre que Va exterminó al malvado tirándole una flecha al ojo y le arrancó la cabellera. Habían muerto dos guerreros de un golpe de dardo.
Y la tropa continuó el camino. El más veleroso llevaba la cabellera de Talón Largo en la punta de un bastón. A su paso los lobos veían cómo los onondaga combatían la maldad.
Al llegar a una ciénaga el camino se hizo peligroso. Centenares de serpientes esperaban a los onondaga.
¡Envolveos las piernas con cortezas! -aconsejó Hombre que Va.
Este agarró una serpiente y le preguntó:

-¿Por qué vivís aquí en tan gran número? ¿A quién protegéis?
Bajo la presión de los dedos que le apretaban el cuello la serpiente se vio obligada a responder:
-Protegemos a Hodaneya. En nuestra lengua ese nombre significa Aquél cuyo Brazo es un Garrote.

Nuestro amo no permite que nadie pase por aquí.
Tras esas palabras atacaron por todas partes manojos de serpientes. Los onondaga tuvieron que incendiar las hierbas secas para deshacerse de ellas.
Entonces, con enorme estrépito, Aquél cuyo Brazo es un Garrote. Nuestro amo no permite que nadie pase por aquí.

Tras esas palabras atacaron por todas partes manojos de serpientes. Los onondaga tuvieron que incendiar las hierbas secas para deshacerse de ellas.
Entonces, con enorme estrépito, Aquél cuyo Brazo es un Garrote salió de una ciénaga. Los brazos en forma de cachiporra hacían estallar las ramas de los árboles y volar las hojas a sus alrededor. ¡Era abominable!
Silbaron las flechas de los onandaga y el monstruo de madera se encontró erizado de dardos, como si fuera un puerco espín. Hombre que Va gritó:

-Nuestras flechas sólo le pinchan la corteza. Mejor será que prendamos fuego a este tipo tan feo, pues no debe tener mucho calor en esta ciénaga.

Los valientes incendiaron al gigante que pronto cayó hecho cenizas. Hombre que Va le arrancó la cabellera y dio la orden de continuar el camino. Por desgracia, varios guerreros habían vuelto a sucumbir en ese combate.
Los onandaga anduvieron mucho tiempo sin encontrar un poblado.

-Debemos haber atravesado las tierras en las que viven los indios -dijo un valiente.
Repentinamente una lanza desgarró el aire e hirió a un onondaga.
-¿De dónde viene? -se asombró Hombre que Va que no veía a nadie por los alrededores.
Otra lanza se clavó en la tierra. A continuación, una lluvia de flechas se abatió sobre los guerreros.
Diríase que caían del cielo.

-Es extraño -dijo el jefe-. ¡Rápido, vamos a hacer unos escudos para protegernos!
En lo más fuerte de la tormenta, Hombre que Va recogió una lanza y la miró malévolamente.
-¿Quién te ha lanzado? ¡Contesta o te parto en dos!
-Nuestro jefe Owendona -respondió la lanza-. Su nombre quiere decir: Una Sola Costilla. Tiene todas las costillas unidas para formar un solo hueso.
Así dispone de un armadura invulnerable. Huid antes de que os aplaste.
-Eso vamos a verlo -exclamo Hombre que Va-. ¿Dónde se esconde ese pretencioso? Quiero soplarle en la nariz.
Aún siguieron cayendo lanzas, pero se estrellaron contra los escudos.

Apareció un hombre horroroso. El pecho le desaparecía por completo tras un largo hueso. En seguida se entabló el combate. Durante un cuarto de luna los onondaga retrocedieron ante las cargas del enemigo. Durante el cuarto siguiente recuperaron el terreno perdido. Por fin, Hombre que Va rompió el pecho de Una Sola Costilla con la cabellera de Aquél cuyo Brazo es un Garrote, que tenía un gran poder. Pero en esa batalla murieron cuatro onondagas.
Y el ejército volvió a reemprender la marcha. Ahora el camino estaba cubierto de rocalla. Los onondaga llegaron ante una elevada montaña; en su flanco se abría una inmensa caverna. La entrada la guardaba un ser curioso. Colgado de una raíz recordaba a un pellejo hinchado. Este espantoso ser carecía completamente de huesos. Al ver a los onondagas, la cosa se puso a cantar:

-Volved sobre vuestros pasos, hombrecitos. Nadie puede entrar aquí.
Hombre que Va avanzó:
-Esto es algo nuevo para nosotros. Y dinos quién es tu amo, hombre-piel. Si no este tomahawk te desinflará rápidamente.
El otro tembló.
-Es un gigante al que no puede herir ningún arma. ¡Seguid mi consejo y retroceded!
Los onondaga pasaron al otro lado. Más lejos descubrieron huellas de unos pies tan grandes que dentro habría cabido un bisonte.
-Aquí vive un enano -desafío Hombre que Va-. ¡Venid! ¡Escalaremos la montaña que tenemos ante nosotros!

Pero a pesar de su arrojo tuvieron que renunciar, tan alta era.
Entonces se dieron cuenta de que no se trataba de una montaña, sino del gigante del que les hablara la cosa blanda.
Sin dudar, Hombre que Va se lanzó al ataque. Por mucho que los onondaga dispararon flechas y golpearon con sus garrotes, los golpes no surtieron efecto. El otro dormía como una marmota.
Los valientes permanecieron indecisos. Al fin el gigante se despertó sin ayuda de nadie. Al acordarse aplastó a algunos indios que se habían aventurado demasiado. Pronto vio a los onondaga.

-¿Qué es lo que queréis?¡Marcharos! Aquí estáis en mi territorio.
Dicho lo cual el gigante sopló sobre un joven valiente que salió volando como una pluma. El infeliz chocó contra un árbol con tanta violencia que el cuerpo, la cabeza y los brazos traspasaron la corteza; sólo las piernas quedaron fuera.
Los jóvenes onondaga, espantados, corrieron a ocultarse en alguna grieta de roca.
Hombre que Va les recriminó:
-¿Hemos venido de tan lejos para ceder ante ese montón de piedras? ¡Salid de los agujeros e imitadme!
Hombre que Va entonó su canto de guerra. Los otros le imitaron y cantaron todos durante dos lunas.
El canto continuo de los valientes incitaba al sueño al gigante, que bostezó y se durmió. Después de los primeros ronquidos, el jefe afirmó:
-Nuestras armas nada pueden contra esta abominable criatura. Es mejor sortear la dificultad. Nadie desmerece por evitar una situación que le supera.
Salieron prudentemente de su escondite, rodearon el cuerpo del gigante y continuaron marchando hacia el Oeste. Pero el Hombre Montaña había matado a varios guerreros.
La pequeña tropa tropezó con una inmensa extensión de agua.
-Aquí tenemos más líquido del que podemos beber -señalo Hombre que Va-. ¡Animo, mis valientes!¡Construyamos canoas!
Abatieron árboles, los vaciaron y embarcaron. Con las ramas fuertes construyeron pagayas* . A mitad del lago se desató una tempestad. Todas las canoas naufragaron. Menos una: la de Hombre que Va y uno de sus compañeros.
En la ribera opuesta el paisaje era completamente distinto al que acababan de dejar. Por fin llegaron donde el cielo desciende para unirse a la tierra.

-Ya casi hemos llegado al final -señalo Hombre que Va.
Pero los extremos del cielo y de la tierra no eran inmóviles. Se alejaban y se aproximaban el uno a la otra en un movimiento continuo. Cuando esa especie de boca grande estaba abierta aparecía detrás una luminosidad enceguecedora.
Hombre que Va declaró:
No abandonaremos cuando estamos tan cerca de la meta. Franquearemos ese abismo en el momento favorable. Imítame.
Cuando la bóveda celeste se separó de la tierra Hombre que Va corrió a toda velocidad. Franqueó el obstáculo sin difultad, de un solo salto, cerrando los ojos.
Detrás de él , el joven valiente tomó carrerilla pero conservó los ojos abiertos y quedó cegado por la intensa luz. Tropezó, la boca del horizonte se cerró y lo aplastó.
Hombre que Va se encontraba en el dominio celeste. Allí la claridad del día era tan grande que el penetraba hasta el fondo del alma. La luz irradiaba flores gigantescas que sobrepasaban la cima de los árboles.
Estupefacto. Hombre que Va se adentró en ese país irreal y descubrió a una vieja delante de su tienda. Al verlo, ella le dijo:

-Entra, extranjero. Mis hijos y yo te esperábamos.
Los niños le saludaron:
- ¡Ah!¡Ya llegaste! Pensábamos que conseguirías venir hasta nosotros. Si estás cansado puedes quedarte en nuestra cabaña por un tiempo.
Le dieron una estera para acostarse.
Por la mañana los niños despertaron a Hombre que Va.
-Ven con nosotros., Verás cómo cazamos. Anduvieron mucho. De pronto, el mayor de los hermanos señaló una gruta al borde de una ciénaga. Allí descansaba una bestia inmunda.
-¡Es un monstruo amarillo! Aquí hay muchos genios malos. Tenemos que vigilar para que no salgan de su caverna. Si no, irían a la tierra y realizarían grandes destrozos.
El mayor movió el dedo gordo del pie. Entonces, el rayo y los relámpagos golpearon al monstruo amarillo y lo mataron con un estrépito ensordecedor.
Un día le dijeron:
-Tenemos que luchar contra una malvada criatura que vive en los árboles. Ven con nosotros, pues la batalla será dura. Ese animal tiene cuatro patas y una cola larga. Salta tanto que tenemos miedo de que devore al sol.
Llegados al bosque golpearon contra un árbol para hacer salir el monstruo de su escondrijo.
-Mirad -gritó Hombre que Va-, sale por entre el follaje.
Los Dioses Tonantes hicieron brillar sus relámpagos, los árboles volaron en pedazos, pero no hirieron al monstruo.
Hombre que Va vio que se trataba de una ardillla negra. Saltó y la capturó.
Quizá la vieja quiera guardarla, pensó.
La vieja aceptó el regalo y dijo a sus hijos:
-Veis, este hombre ha triunfado donde vosotros fracasasteis. Invitadle a quedarse aquí definitivamente; podrá ayudarnos cuando lo necesitemos.
Pero Hombre que Va rechazó la oferta:
-Tengo que proseguir mi periplo -anunció-.
En el cielo hay tantos malvados como en la tierra y debo seguir combatiéndolos.
Y partió tras agradecer a los Dioses Tonantes su acogida.
Aún hoy llegan a la tribu de los onondaga las aventuras de Hombre que Va. Y a través de ellas estos indios condicionan su forma de vida cotidiana.

lunes, 28 de septiembre de 2009

EL HOMBRE CUYA COLERA ERA DEMASIADO GRANDE.- LEYENDA DE LA TRIBU DE LOS PIES NEGROS




Antaño, un hombre vivía en las montañas que los indios llaman las Montañas Resplandecientes. La verdad sea dicha, no vivía en tal sitio. Un día aquí, otro allá, se instalaba allí donde se encontraba. Este nómada, llamado Cara de Oso, se sabía tan colérico que prefería mantenerse apartado del mundo.
Cara de Oso acababa de matar un musmón (1) cuando se le acercó una mujer a la que no había oído llegar. Esta se arrodilló sin dirigir una palabra al cazador y le ayudó a despedazar el musmón.
La mujer era agradable y trabajaba bien. Al cabo de un momento Cara de Oso le preguntó:
-¿De dónde vienes y cómo te llamas?
-Vengo de la alta montaña y me llamo Hija de la Roca -respondió la mujer.
Cara de Oso invitó a Hija de la Roca a compartir su comida. La mujer aceptó y se apresuró a cocer la carne. Mientras comía, el hombre observó a su compañera. No consumía desamasiados alimentos y casi no hablaba. Esas dos cualidades agradaron muchísimo al cazador. Le propuso:
-Si quieres, puedo casarme contigo.
-No pareces un mal cazador; quiero convertirme en tu mujer.
Construyeron una choza en el lugar de su encuentro y se quedaron en ella.
El hombre se dio cuenta de que su esposa cocinaba y cosía muy bien. Se enamoró. Pero durante casi todo el tiempo, aunque la amaba, no podía evitar el regañarle. A menudo le invadía la cólera sin que pudiera evitarlo. Entonces sus palabras eran groseras y la voz desagradable. Un día Hija de la Roca le dijo:
Tus furores repentinos son como las olas del gran lago. Tu lenguaje es brutal, pero no creo que tengas mal fondo. Eres así y no puedes hacer nada, es tu carácter. Sé que en esos momentos de cólera sientes deseos de pegarme. Sin embargo, debo hacerte una advertencia, no me golpees jamás con un trozo de madera encendida. Acuérdate de mis palabras, o la desgracia caerá sobre ti.
Algún tiempo después, Cara de Oso quiso cambiar de campamento. Dijo a Hija de la Roca:
-Contemplar siempre el mismo paisaje me pone furioso. Vamos atravesar ese valle y a establecernos sobre esa otra montaña. Derrite grasa, prepara provisiones y organiza todas nuestras cosas. Destruye también esta vieja cabaña, tiene el don de ponerme nervioso. Me ausento para calmar mi furor; que todo esté preparado a mi regreso.
Y partió vociferando.
Cara de Oso se alejó tan deprisa que Hija de la Roca no tuvo tiempo de decirle que estaba en su período impuro. Durante ese período, las mujeres no pueden tocar ningún objeto normal sin mancillarlo y atraer la desgracia sobre la vivienda.
Cuando Cara de Oso regresó parecía aplacado.
Pero pronto volvió a gritar:
-¡Qué veo, la cabaña todavía está en pie! ¡No has preparado los alimentos necesarios para el viaje ni has doblado ninguno de mis vestidos!
Cara de Oso meneó tan fuerte la choza que rompió los largueros. Golpeó entre sí los utensilios de cocina y pisoteó las mantas de piel de cabra salvaje.
La cólera le invadió de tal manera que el hombre acabó sintiendo verguenza. Dijo:
-Eres una buena esposa y yo sólo soy un bruto. Espérame, voy junto a la orilla a meditar sobre mi conducta.
Una vez al borde del agua se sentó en una gran piedra y se sumergió en su pensamientos.
Una vieja de piernas torcidas apareció en la orilla opuesta. Le gritó:
-¡Ohé, hombre! Eres joven y fuerte, ayúdame a cruzar.
Pero la visión de la vieja no hizo sino irritarlo. Cara de Oso replicó:
-Cállate, bruja ridícula. ¡Me lastimas los oídos!
-¿No tienes compasión de mis pobres miembros?
-preguntó la mujer-. Si no me llevas en brazos nunca podré volver a mi casa.
-¡Me horripilas! -aulló el cazador-. No estoy aquí para ayudarte. Mejor te tiraré al agua.
Pese a tal declaración, Cara de Oso se echó a la vieja a la espalda y la depositó en la otra orilla. La mujer le dijo:
-Para recompensarte por tu gesto te ofrezco los numerosos años que he pasado en la tierra. Eres, pues, más viejo que tu edad. De esta manera tienes la seguridad de ver tus cabellos grises un día.
-¿Por qué me haces ese regalo? -preguntó el cazador.
-Porque tu corazón no es tan duro como tus palabras. Hay demasiados hombres que mueren cuando todavía tienen el pelo negro. Te será evitada tal desgracia.
Más tarde, Cara de Oso vio cómo se le blanqueaban las sienes a pesar de su juventud y se sintió muy feliz.
Sin embargo, no le abandonó su mal carácter. Una mañana, cuando perseguía a un gamo, se le metió en la cabeza que su mujer le engañaba. Se puso muy furioso y, abandonando la caza, se precipitó a su casa. Al llegar ante su cabaña, gritó:
-¿Dónde está? ¡Tengo que encontrarlo y matarle inmediatamente!
-¿A quién te refieres? -preguntó Hija de la Roca.
-A tu amante, a quien voy a hundir el cráneo con este tomahawk.
Su esposa el dijo:
-Vamos a ponernos delate de este árbol. Se inclinará si alguno de nosotros dice una mentira.
Hija de la Roca colocó su mano sobre la corteza y dijo:
-Soy fiel a mi marido.
El árbol no se movió
Cara de Oso se apoyó contra el tronco y gritó:
-¡Mi mujer me engaña¡
El árbol se dobló de forma tan repentina que por poco no le dio a Cara de Oso en la cabeza.
La mujer creyó que esta experiencia calmaría la cólera de su marido. Pero no fue así. Cuando llegó la Luna de las Hojas Hermosas el humo del hogar invadió toda la cabaña. Cara de Oso se enfadó de nuevo.
-¿No sabes encender el fuego? -ladró.
-En esta época la leña está verde -dijo Hijas de la Roca-. ¿Qué quieres que haga, tengo que soplarla para que se seque?
Fuera de sí por esta contestación, Cara de Oso agarró una rama ardiendo y golpeó con ella el rostro de su esposa.
-Has hecho mal en golpearme con una tea -le dijo-. Ya te lo había advertido. Tu desmesurada cólera te ha hecho sordo y ciego.
Ya apaciguado, Cara de Oso no quiso oír más. Salió de la choza y se alejó en dirección al bosque. En el camino encontró al espíritu de Manitú (2).
Este le dijo:
-Hay una tormenta en tu corazón y haces desgraciada a la que amas. Soy Manitú, el Ser Eterno, y bien podría matarte inmediatamente. Pero te dejo la vida a cambio de tu mujer.
Esta reprimenda exasperó a Cara de Oso. Replicó secamente:
-No eres muy exigente en tus transacciones. Si quieres cargar con esa mujer inútil, ¡tómala! Espérame aquí, voy a buscarla.
El cazador corrió hasta su cabaña. No encontró a su esposa y pensó: Seguro que ha salido. Si Manitú la quiere ya la encontrará.
Cara de Oso se instaló en la choza y olvidó el cambio que había hecho con el Gran Espíritu. Pasadas cuatro lunas se calmó y empezó a echar de menos la presencia de Hija de la Roca. Se dijo: <>
Partió.
En el camino encontró un cráneo de alce blanqueado por la nieve. Le preguntó:
-¿No habrás visto pasar a una mujer?
El cráneo escupió la tierra que le había entrado en la boca y contestó:
-Sí, caminaba con la espalda doblada por la fatiga. Esa mujer parecía estar dominada por una gran pena.
La cólera volvió a invadir el corazón de Cara de Oso. Dio una patada al cráneo y lo hizo caer por la pendiente. Después pensó: <>
Pero en seguida se arrepintió de su mal humor. Por primera vez en su vida su pena fue más fuerte que su rabia. Se dijo: <>
Cara de Oso se recubrió el cuerpo de tierra y se espolvoreó la cara con ceniza en señal de duelo. Por ultimo se cortó dos dedos para demostrar su arrepentimiento y se hizo cortes en las pantorrillas y en las mejillas para mortificarse.
Cubierto de sangre, Cara de Oso incendió su cabaña, dispersó al viento todo lo que poseía y se instaló lastimosamente en el hueco de unos derrumbamientos.
Desde entonces el hombre pasaba los días meditando sobre su criticable conducta. Pasó tanto tiempo en el mismo sitio, sin moverse, que echó raíces.
Cara de Oso se convirtió en un gran árbol y de sus ramas colgaron largos cabellos de lianas blancas.


(1) Animal híbrido del carnero y la cabra.
(2) Nombre que dan los indios al Gran Espíritu, creador del universo. Los sioux, en cambio, le dan el nombre de Wakanda.

viernes, 25 de septiembre de 2009

LOS DOS HERMANOS Y EL HOMBRE MALO.- LEYENDA DE LA TRIBU DE LOS PIES NEGROS

Un indio cazaba con su esposa en un bosque. Un día que perseguía a un oso se aventuró demasiado lejos y se detuvo en un sitio que su mujer no conocía. Aunque era la buena estación, las hojas de los árboles estaban canijas y las bayas de los arbustos parecían secas.
La comarca no ofrecía ningún atractivo. A pesar de ello, el hombre construyó una choza y dijo a su esposa:

-Estamos en la zona de caza de un personaje temible. Se llama Cráneo de Espectro. Voy a seguir la pista del oso solo. Mientras tanto, enciérrate en la cabaña. Si la odiosa criatura viene a merodear por aquí no se te ocurra abrirle. Con solamente pensar en ese malvado caerás en su poder.

La mujer declaró que ni hablaría ni pensaría en Cráneo de Espectro de ninguna manera. Y el cazador partió tras la pista del oso.
Apenas se alejó, alguien llamó a la puerta: <>
Pero mediante esa sencilla evocación ya se encontraba en su poder. Aunque no quería abrir, una fuerza incontrolable la empujaba a entreabrir la puerta. Cráneo de Espectro entró, se instaló como en su casa y dijo:

-Tengo mucha hambre. Mujer, prepara la cena. La esposa del cazador precisamente acababa de preparar un guisado. Le tendió un plato, pero Cráneo de Espectro lo rechazó desdeñoso.

-No tengo costumbre de comer en una escudilla tan ordinaria. Sólo comeré en el hueco de tu vientre.

La mujer se tumbó dócilmente sobre la espalda y Cráneo de Espectro empezó a comer. Lamió con rapidez las legumbres y, a la hora de cortar la carne, le hundió el cuchillo en el vientre.

-¡Qué torpe soy! -se dijo-. He cortado mal.

La mujer murió.
Cráneo de Espectro agrandó la herida y encontró en el vientre de la mujer dos gemelos. Agarró a uno y lo puso sobre el hogar para quemarlo.

-Tú te llamarás Niño de la Brasa.

Luego tomó al otro y lo envolvió en una piel de bisonte para asfixiarlo.

-Tú te llamarás Niño de la Piel.

Y Cráneo de Espectro abandonó la cabaña sin más preámbulos.
Cuando regresó el cazador encontró muerta a su mujer. En seguida pensó: <>
Los dos niños se echaron a llorar. El cazador los tomó en brazos para calmarlos. Pero los dos hermanos gritaron más fuerte. El hombre pensó: <>
Entonces tuvo una idea. Se quitó la túnica de piel de gamo y colocó a cada niño contra cada uno de sus senos. Los pequeños se apresuraron a mamar.
<>

Al día siguiente por la mañana recomenzaron los lamentos. El cazador metió a los niños en un cesto y partió hacia el bosque. Al ver castores colocó a Niño de la Piel delante de una hembra.
Hagamos un trato -le dijo-. Cría a mi hijo y nunca más volveré a matar un castor.
Después, al ver una enorme piedra, sentó encima a Niño de la Brasa.
-Cría a mi hijo y nunca más volveré a tirar piedras a nadie.
Y se marchó a cazar.

El hombre estuvo ausente durante cuatro estaciones. Cuando regresó a la cabaña su mujer se había convertido en un esqueleto. Jóvenes coyotes se habían estado divirtiendo con los huesos y los habían esparcido en el suelo. A la vista de ese desolador espectáculo, el cazador salió de la cabaña y vagó de los alrededores.
Encontró a dos niños que jugaban en la hierba de un calvero. Cuando quiso acercarse a ellos, uno se escondió bajo una piedra y el otro se sumergió en el lago.
El hombre pensó: Seguro que son mis hijos. Se han hecho muy salvajes, ¿cómo podré atraparlos?
Se le ocurrió una artimaña. Se echó sobre el suelo todo lo largo que era y trató de parecer un tronco viejo.
Los pequeños salieron de su escondite.

-¡Ven a jugar! -gritó Niño de la Brasa a su hermano.

Pero Niño de la Piel parecía todavía muy asustado.

-No nos acercaremos a la cabaña. Me da miedo ese extranjero. Mejor será que nos revolquemos sobre ese tronco.

Cuando se acercaron los dos hermanos, el cazador se incorporó y agarró a cada uno por un pie.

-No pataleéis así -dijo el hombre-. Soy vuestro padre. Mordedme el seno veréis que no os miento.

Los niños mordieron el pecho del cazador y declararon:

-Eres nuestro padre, pues reconocemos el sabor de tu sangre.

El hombre acarició a sus hijos, les dio un arco y flechas y los llevó a la choza.

-Mirad, este es el esqueleto de vuestra difunta madre. Poned esto en orden. Tengo que ir a cazar para alimentaros. Que todo esté bien limpio cuando regrese.

Cuando el hombre se marchó, Niño de la Brasa dijo a su hermano:

-Hagamos algo por nuestra pobre madre. Sus huesos están desparramados. Ayúdame: vamos a reconstruir su esqueleto.
Una vez que el esqueleto recuperó la forma humana, Niño de la Brasa agarró el arco, tiró una flecha y gritó:

-¡Ten cuidado, madre! Ese tiro casi te ha dado.

Pero la mujer sólo movió débilmente las piernas.
Entonces Niño de la Piel disparó también una flecha y gritó:

-¡Madre! ¡Hierve tu sopa y se desborda la marmita!
En seguida la mujer dio un salto y corrio hacia el hogar. Al no ver más que cenizas frías, dijo riendo:

-Estos bribonzuelos sólo piensan en gastar bromas; será para recordarme que ya es hora de comer.
Y la mujer preparó un guisado.
Cuando el cazador volvió de cazar trayendo un ciervo, su esposa le ayudó a cortar la carne. El hombre preguntó:

-¿Ahora eres zurda?
Así supieron los niños que se habían equivocado al colocar los huesos de las muñecas de su madre.
Algún tiempo después, el padre dijo a sus dos hijos:

-No vayáis de ninguna manera por la parte de la ciénaga. Entre esas aguas putrefactas habita Cráneo de Espectro. Ese individuo es especialmente malvado. El fue quien antaño mató a vuestra madre.

Niño de la Piel dijo a su hermano:

-Vamos a dar una vuelta para ver qué aspecto tiene. Ha llegado el momento de enseñarle buenas maneras a ese monstruo.
Llegados a las inmediaciones de la ciénaga, los niños se deslizaron entre las hierbas acuáticas y divisaron una cabaña.

-Debe ser ahí- murmuró Niño de la Brasa.
De la choza salió un vozarrón:
-Entrad, vamos a fumar un poco.
Los dos hermanos atravesaron el umbral y se encontraron en presencia de Cráneo de Espectro. Niño de la Brasa le dijo:

-Me habían dicho que eras muy feo, pero creo que lo eres aún más.
-¡Puesto que eres tan impertinente no probarás mi tabaco! -rugió Cráneo de Espectro.

Niño de la Piel replicó:
-Me habían dicho que tenías un carácter detestable, pero me temo que lo tienes aún peor.
-Ya que os ponéis así, fumaré solo -rechinó Cráneo de Espectro.
Llenó una gran pipa con hojas mohosas y la encendió soplando encima. Por toda la cabaña se extendió un humo espeso con un tufo a madera podrida. Niño de la Brasa se colocó en seguida dos piedrecitas redondas en la nariz y Niño de la Piel se metió dos trozos de madera.
Cuando se disipó el humo, Cráneo de Espectro se asombró:

-¿Como, todavía estáis aquí? ¿Cómo es posible que no hayáis muerto? Nunca resistó nadie a esta pipa envenenada.
Niño de la Brasa le quitó la pipa de las manos.
-Eso pasa porque no sabes fumar, malcriado. Te voy a demostrar que mi tabaco no tiene nada que envidiarle al tuyo.
El joven tomó una pizca de ceniza del hogar de la choza, mezcló en ella algunos pelos de castor y la encendió con una tea.
El humo que le salió por la nariz era tan acre que Cráneo de Espectro se puso verde de la cabeza a los pies y cayó muerto.

De vuelta a su casa los jóvenes aún se reían de la faena hecha al odioso personaje. El cazador sospechó algo:

-¿Qué mala pasada habéis hecho? -preguntó.

-Le hemos hecho una breve visita a Cráneo de Espectro -respondió Niño de la Brasa-. Quiso fumar la pipa de la paz con nosotros y creo que no se recuperará.

-Sí , se puso todo verde y se desvaneció -terminó Niño de la Piel.

Los padres se encogieron de hombros y olvidaron el incidente.
Y pasó el tiempo. La nieve recubrió la tierra una treintena de veces.
Una mañana, Niño de la Brasa dijo a su hermano:

-Nuestros padres son viejos pero se aman todavía. Me parece que les molestamos en su intimidad. Deberíamos irnos y no regresar hasta dentro de varios años. Entonces se pondrán muy contentos de volvernos a ver, pues les seremos mucho más útiles que ahora.

Niño de la Piel pensó que era una excelente idea. Entonces los dos hermanos agarraron la cola de un alce que pasaba por allí y se fueron arrastrados por él.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

LOS PAJAROS DE FUEGO Y EL MONSTRUO DE LAS AGUAS.- LEYENDA DE LA TRIBU DE LOS ARIKARA


En un lugar agradable, allí donde la grulla se yergue entre las cañas, vivía en otros tiempos un valiente dotado de dones sobrenaturales. Un genio bueno le había regalado cuatro flechas mágicas: una negra, una roja, una amarilla y una blanca.
Esas flechas terapéuticas (medicina que posee poderes sobrenaturales) daban siempre en el blanco a cualquier distancia.
El buen cazador, que era también un valioso guerrero, no empleaba normalmente más que la flecha blanca y amarilla.
Un día mato un ciervo. Encendió un fuego y cocinó una pata del animal. Después de comer , se tumbó para dormir un rato.
Mientras dormía, dos Pájaros de Fuego salieron de las nubes y le llevaron lejos hacia el Oeste. Le depositaron en la cumbre de una elevada montaña.

Al despertar, el valiente se dijo que nunca había estado en aquella tierra. Quiso descender al valle pero no encontró sino precipicios y paredes abruptas.
Repentinamente, se produjo un ruido de huracán y la montaña se estremeció...
Era el jefe de los Pájaros de Fuego que volaba hacia él. Sé posó a su lado y el dijo:

-No temas. No te deseo mal alguno. Quédate entre nosotros y seré tu abuelo. Eres un cazador valeroso y, según parece, tienes unas flechas muy buenas. ¡En breve tengo que librar una dura batalla y tu me ayudarás!

El valiente, encantado y satisfecho, preguntó qué tendría que hacer. El pájaro explicó:

-Sabrás que a los Pájaros de Fuego les corresponde luchar contra los Espíritus de las Tinieblas, tú tendrás que combatir junto a nosotros. Mi familia y yo vivimos desde siempre en la cima de esta montaña, pero nos es imposible criar a nuestros pequeños. Todos los años surge un monstruo de las profundidades del lago y viene a devorarlos. El Monstruo de las Aguas tiene dos cabezas y todo el cuerpo recubierto por gruesas conchas de sílex, por lo que nuestras flechas-relámpago no le hacen ningún daño. ¡Ayúdanos a matar a ese monstruo y te convertirás en hermano de todos los pájaros de la tierra y ellos te protegerán!

El Pájaro de Fuego condujo al valiente a su nido mostrándole sus seis crías que piaban de hambre.

-Mira, todavía son pequeños, pero en cuanto les salgan las plumas el monstruo vendrá a comérselos.

El valiente tomó un puñado de granos de maíz de su cinturón y se los ofreció a los hambrientos. A partir de entonces llevaba a los pequeños Pájaros de Fuego toda la caza que mataba.

Un día el padre y la madre de los pajarillos le dijeron:

-Eres muy amable con tus jóvenes parientes. Se acerca el momento de la venida del Monstruo de las Aguas. Vamos a apostarnos en esta montaña; desde abajo podremos vigilarle mejor.

A la salida del sol del segundo día una terrible tempestad anunció la llegada del monstruo. Las aguas del lago empezaron a hervir y les envolvieron espesas nubes de vapor.
A continuación aparecieron dos enormes bolas redondas, escamosas y horribles. ¡Eran las dos cabezas del monstruo!
Cuando las cabezas se pusieron a escalar el flanco de la montaña, los Pájaros de Fuego se echaron en picado sobre ellas entre un ruido atronador. Los ojos de los Pájaros de Fuego lanzaban chispas. Golpearon al monstruo mientras crepitaban miles de destellos.
...Pero nada consiguió hacer mella en la corona del Monstruo de las Aguas que continuó trepando y llegó al borde del nido.

Los Pájaros de Fuego, alarmados, gritaron al valiente:

-¡Tira ahora si quieres ayudarnos!

El piel roja sacó su flecha negra del carcaj y la colocó en el arco. Esperó a que se abriera una fauces roja y , en el momento en que iba a tragarse a un pajarillo, disparó a la garganta.

-Toma -gritó-. ¡A ver si tragas esta medicina! Se oyó un crujido terrible. La repugnante cabeza voló hecha pedazos pues, en realidad, la flecha negra era un arce del bosque.

Pero ya la segunda cabeza se aproximaba al nido. El valiente disparó su flecha roja rugiendo:

-¡Ahí va otra medicina que te va a gustar!
La segunda cabeza explotó como la primera, pues la flecha roja era un gran pino de la montaña.

El cuerpo del Monstruo de las Aguas cayó rodando por la pared rocosa con un ruido atronador y desapareció en el lago.
Entonces empezaron a llegar millares de pájaros de cuatro rincones del mundo. Revoloteaban para demostrar su alegría. El jefe de los Pájaros de Fuego dijo:

-Has salvado a nuestros pequeños. De ahora en adelante todos los que están aquí te protegerán ante el peligro. ¿Quieres que volvamos a llevarte a tu país?

El piel roja reflexionó un instante y declaro:

-¡No! Prefiero seguir matando monstruos.

Desde ese día el valiente se dedica a recorrer la tierra. Con sus cuatro flechas mágicas combate a los Espíritus de las Tinieblas y los indios pueden dormir en paz.





lunes, 21 de septiembre de 2009

EL MISTERIO DE LA CANTERA DE LA PIEDRA DE LA PIDA.- LEYENDA SIOUX




En aquellos tiempos, los sioux vivían cerca del gran lago rodeado de un inmenso bosque de pinos. En la tribu de los dakota vivía un valiente llamado Yerba del Medio.
Este belicioso guerrero no estaba nada contento de su nombre. Sólo deseaba una cosa: conseguir uno nuevo que pregonara con más acierto sus numerosas victorias sobre el enemigo.
Un día, en el consejo, dijo:
-Voy a partir hacia el sur. En ese lugar en el que las águilas sobrevuelan las montañas espero conseguir un nombre digno de mí.
Los sabios de la asamblea dieron un suspiro de alivio al conocer las intenciones de Yerba del Medio.En uno de sus frecuentes arranques de cólera, ese valiente excesivamente impulsivo había ya matado a tres de sus mejores amigos.
Así que Yerba del Medio tomó su lanza y se alejó sin más dilación.
El sol acababa de levantarse por cuarta vez cuando encontró a un gran animal jorobado. Le dijo:
-Resultas ridículo con esa joroba en la espalda. ¡Apártate de mi camino, me pones nervioso!
El viejo de la columna deformada era el Espíritu de los Bisontes. Contestó con calma:
-Me pareces muy débil para meterte conmigo.
Loco de rabia Yerba del Medio no pudo contenerse:
- ¿Eres un inconsciente? ¿No ves que soy un sioux que no soporta ver a un enemigo?
-¿Soy un enemigo? -preguntó el bisonte.
-Mi espíritu es tan combativo que todo lo que no sea yo es enemigo mío -tronó Yerba del Medio sacando el pecho.
Entonces, blandió su lanza y golpeó al enorme animal. Pero la punta de sílex resbalo sobre el cuero sin penetrarle. El sioux se lamento:
- ¡Maldita sea! Tu espalda es más dura que la de los otros bisontes. He matado a más enemigos que dedos tengo en la mano. ¿Cómo es posible que no consiga ni siquiera rasguñar tu piel?
El viejo, tullido de reuma., se echo a reír:
-Tengo que confesarte que no soy un bisonte corriente. Tengo tantos años que la pelambre me sirve de escudo.
-¡Pero mi brazo es poderoso! -bramó el valiente.
-¡Poco importa un buen brazo! -se carcajéo el ancestro barbudo-. Más te valdría transmitirle tu fuerza a la lanza, te sería más útil.
-Es una buena idea -admitió el irascible guerrero.
Se concentró por un momento y transmitió toda su energía al arma. Inmediatamente se convirtió en una lanza-medicina.
-Ahora coloca la punta sobre esa roca -añadió el bisonte.
Yerba del Medio hizo el gesto y la roca saltó en mil pedazos.
-¡Vaya! -exclamó el sioux-. ¿Sabes, viejo animal, que eres un buen consejero?
-Seguramente eres más eficaz que antes -concluyó el viejo truhán-. Sin embargo, con esta lanza sólo podrás matar a los animales o a los hombres que atenten contra tu vida.
Aparentemente satisfecho, Yerba del Medio reemprendió su camino y pronto llegó ante una elevada montaña roja.
Ese era el lugar al que iban las diferentes tribus indias a buscar las piedras con las que fabricaban sus pipas de la paz. Precisamente, numerosos enemigos de los sioux estaban extrayéndolas de una gran cantera. Al momento, Yerba del Medio levantó su lanza y le ordenó:
¡Mátame en seguida a esa gente! Me son indiferentes y no puedo soportar su presencia aquí.
Pero el brazo de Yerba del Medio se bajó por sí mismo y le explicó:
-No puedo lanzar un arma contra esos hombres mientras no hayan hecho nada por quitarle la vida.
Acuérdate de lo que te dijo el Espíritu de los Bisontes.
-Qué va ser de mí -se lamentó Yerba del Medio-. Los sioux, mis hermanos, se burlarán de mí cuando se enteren de mi debilidad.
-¡En absoluto! -afirmó el brazo-. En vez de quejarte, coloca la punta de tu lanza sobre el flanco de esa montaña.
Yerba del Medio lo hizo. Apenas el sílex rozó la montaña un inmenso trozo de roca estalló en trozos.
Los indios de la cantera se echaron a correr gritando:
- ¡Mirad! Un hombre armando de una poderosa medicina ha llegado hasta nosotros. Ya no tendremos que agotarnos par extraer la roca y poder confeccionar nuestras pipas. Su lanza puede hacer explotar una montaña de un solo golpe.
Esa misma noche los indios antes enemigos de los sioux, lo invitaron a un banquete y le festejaron. También le ofrecieron tabaco y Yerba del Medio pudo fumar en las pipas que sus enemigos habían fabricado en las piedras que él arrancó a la montaña.
Después de esta ceremonia se decidió por unanimidad que Yerba del Medio se llamaría a partir de entonces Trunca la Montaña.
Entonces el sioux se hizo justo y bueno. Se había dado cuenta de que se puede encontrar satisfacción ayudando a los otros indios en lugar de matarlos. Considerando que ahora le adornaban todas las cualidades, pensó que era de su incumbencia administrar la justicia.
Y el tiempo pasó sin que el sioux tuviera ocasión de poner en práctica la nueva función que se había atribuido. Cada vez que nacía el sol temía un poco más el no llegar nunca a actuar como justiciero.
Pero se presentó un pretexto.
En la cima de la montaña vivía un águila. Todas las semanas el ave planeaba por encima de la gran llanura, capturaba un bisonte por la piel del cuello y se lo llevaba a su nido. Allí lo devoraba para aplacarse el hambre. Durante esas comidas la sangre del bisonte corría por la montaña. A eso se debía que las piedras de la cantera estuvieran teñidas de rojo. El águila se llamaba Tso-Mi-Cos-Tii. Dicho de otra manera: Guardiana del Recinto Sagrado.
Un iroqués explicó al sioux:
-El águila de la cumbre vive en un nido-trueno*.
Está tejido con relámpagos y rayos de lluvia. El pájaro es una hembra, su macho es una serpiente. Cuando el águila pone, el cielo se oscurece, la tormenta ruge y el viento se desencadena en tempestad. El águila incuba el tiempo que dura una luna. Cuando el polluelo rompe el cascarón, llega su padre, la serpiente, le toca con la lengua y el pequeño muere instantáneamente. Por suerte el águila es eterna. De no ser así su raza se habría extinguido hace largo tiempo.
-¿Cómo lo sabes si nunca has subido hasta allí? -preguntó Trunca la Montaña al iroqués.
-Me lo ha dicho un viejo brujo. Me contó que hizo el viaje y pudo verlo con sus propios ojos. Incluso me aseguró que el águila no era más grande que la uña de mi dedo meñique.
-¡Es increíble! - gritó Trunca la Montaña -. Si no estuviera tan cansado iría a decirle dos palabras a esa serpiente.
Por la noche grandes nubes negras se acumularon alrededor del pico y rugió el trueno. Trunca la Montaña pensó: <>
Con las primeras luces del alba empezó a escalar la pendiente. En el camino encontró una comadreja.
-¿Dónde vas tan temprano? -le preguntó.
-¡Voy a hacer justicia! -contestó inmediatamente Trunca la Montaña.
-¿Quien eres tú para creerte investido de semejante misión?
-Un hombre bueno que quiere el bien de los demás. ¡Vamos, déjame paso!
La comadreja fue a esconderse en una falla en la que anidaban otras comadrejas. Mientras Trunca la Montaña se alejaba, ella gritó:
-Mirad, hermanas mías, ese es un justiciero. Ese es un justiciero. Ese es un justiciero...
El sioux se encogió de hombros y continuó trepando a lo largo de la pared. Al llegar a la cumbre, descubrió el nido. En efecto, el pájaro era minúsculo. El joven sioux se drigió a la serpiente:
-He oído decir que molestas a tu mujer matando a tus hijos. ¿Es cierto?
Por toda respuesta la serpiente tocó con la lengua al pajarillo que acababa de salir de su cascarón y lo convirtió en una piedrecita redonda.
-¡Es abominable! -rugió Trunca la Montaña fuera de sí-. Voy a matarte para que aprendas a respetar la vida.
Apuntó la lanza y golpeó a la serpiente.
Esta no reventó y el sioux se puso a balbucear:
-¿Cómo es posible que no haya pasado nada?
Este arma puede destrozar la piedra y, sin embargo, la serpiente está intacta. ¿Tendrá un poder mágico?
Burlón, el reptil silbó:
- ¿Acaso lo dudabas? ¿Es que ignoras que aquí estas entre los Espíritu? Mi mujer es el Ser Eterno y yo soy su marido, el que ve por todos los lados al mismo tiempo y el que todo lo sabe. ¿Con qué derecho va a hacer justicia un hombre? Has de saber que cada uno debe poder actuar según sus propias costumbres sin que un ignorante venga a perturbarlas. Una de la mías consiste en vigilar para que no exista nada más que un ser eterno sobre la tierra y que la paz reine en este nido. En vez de ejercer una justicia ciega, de acuerdo con tus principios, dedícate a extender mi palabra y los hombres no volverán a tener problemas.
Trunca la Montaña meditó varios días dentro del nido-trueno. Después dijo al águila hembra:
-Tu marido tiene razón. Cuando no sabemos nada de las costumbres de los otros lo sabio es dejarlos vivir a su manera.
Y añadió para la serpiente:
- Perdóname por las molestias que te he ocasionado. Ningún hombre volverá a importunarte, ¡yo me ocuparé!
Para agradecerlo, el reptil le regaló la piedrecita redonda.
-Aquí tienes a mi hijo -le dijo-. Míralo siempre que te sientas tentado a ocuparte de los asuntos de los demás. Así recordarás mejor tu promesa.
Agradecido, el sioux volvió a descender hacia la cantera. Repitió a sus amigos de todas las tribus las palabras de la serpiente. Cada uno de los indios le ofreció una pipa en piedra roja, en señal de paz. Y tras mil efusiones, Trunca la Montaña regresó con sus hermanos los sioux.
Llegó una noche, cuando se estaba celebrando un importante consejo. Trunca la Montaña contó sus aventuras y enseño la piedrecita redonda. El brujo le dijo:
-Sabíamos todo eso mucho antes de que nacieras. Nunca te enseñamos a respetar a los otros porque hasta ahora habías sido demasiado impulsivo para escucharnos. Ahora eres fuerte pero ya no volverás a matar. Ahora eres justo, pero únicamente contigo mismo. Está muy bien y tus hermanos se sentirán siempre contentos de fumar en tu compañía las pipas que has traído de tu viaje.
Orgulloso de su nuevo nombre. Trunca la Montaña vivió largo tiempo entre los suyos. Ahora ya ha muerto, pero su espíritu continúa habitando en los cuerpos de los sioux. Cuando ven una piedrecita redonda en el suelo recuerdan al Ser Eterno y no vuelven a pensar en matar a los indios de las otras tribus que no hacen lo mismo que ellos.
Los chippeway llevan en la cabeza tocados de plumas de pavo. Los crow prefieren adornarse con plumas de cuervo. Los sioux lucen plumas de águila en recuerdo del nido- trueno, y no encuentran nada que objetar a los tocados de los chippeway y de los crow.


* En la mitología india se representa al Gran Espíritu con el águila conocida comno el Pájaro-Trueno. De ahí el nombre de su nido en esta narración.